Monterrey, tierra querida

No es ningún secreto mi amor por el Señor de los Cerros: El cerro de la Silla. Amo a este señor con todo mi corazón. Hace casi un año, postee esta canción de Pepe Guízar, buscándola incansablemente, pero no la encontré en el internet. Para mi mayor sorpresa, encontré mucha gente que también la estaba buscando.

La busqué en un cassette, pues sabía que por ahí estaba. Del cassete, mis hermanos la pasaron a mp3. Cuando la convertimos a mp3, la pasé a la gente que me la pidió y la compartí con  una persona altamente significativa para mí, que comprende lo que esta canción me dice.

Una de las personas a las que se la envié, prometió hacer un video para subirlo a yutubé. Hoy ha cumplido su palabra. Recibo el video como un regalo de cumpleaños. ¡Gracias a Paco Vázquez, por el detalle!

Cuando escucho esta canción, en el aire vuelvo a sentir el aroma del café de olla que mi madre prepara cada día, mezclado con los frijoles refritos, humeantes en su sartén y las tortillas de harina recién hechas, para alimentar a sus hijos y que se fueran a la escuela. Resuena en mis oídos su voz apurándome. Vuelven a mi mente las prisas por ganar el baño. Pero sobre todos estos sonidos, la voz de Manuela cantando como amazona perdida.

Amo esa imagen final: “Y con los brazos abiertos, como señor padre nuestro, está el Cerro de la Silla”.

Gracias de nuevo, Paco, por el detalle, por los recuerdos.

CERRO DE LA SILLA

Monterrey, tierra querida
es el cerro de la silla
tu estandarte y tu perfil
desde niño, yo te quiero
y por eso es que si muero
que sea en ti donde nací.

Entre montañas y sierras
se tiende mi tierra
mi tierra que es Monterrey
por algo tiene la fama
de ser la sultana
norteña de mi querer.

Como la flor de azucena
sus hembras nos llenan
de suave y blanca fragancia
y con el alma de acero
cuando se viste de obrero
es un canto de esperanza.

Monterrey tierra querida (se repite)

Como amazona perdida
la luna en la silla
cabalga al meterse el sol
y más abajo en la loma
en la Punta de la oma
parece que lloran las notas
de un acordeón
y perfilándose altivas
las fábricas brillan
vestidas de azul mezclilla
y con los brazos abiertos
como señor Padre Nuestro
está el CERRO DE LA SILLA

Pepe Guízar

Lorena Sanmillán