Archive for April, 2010

Romance de la viuda enamorada

April 30, 2010

Siempre pegada a tu muro
y al filo de tus almenas;
siempre rondando el castillo
de tu amor; siempre sedienta
de una sed mala y amarga
de desengaño y arena.
¿Por qué te querré yo tanto?
¿Por qué viniste a mi senda?
¿Quién hizo brillar tus ojos
en la noche de mi pena?
¿Qué lluvia de mal cariño
quiso convertirme en yedra,
que va creciendo y creciendo
pegada a tu primavera?
¡Ay, qué montaña de amor
tengo sobre mi cabeza!
¡Ay, qué río de suspiros
pasa y pasa por mi lengua!
Yo estaba en mis campos hondos,
allí en Castilla la Vieja,
durmiéndome entre molinos
y coplas rubias de siega
y era mi vida una noria
monótona y polvorienta.
Mis hijos venían del campo
con sus camisas abiertas
y en el pulso de sus hombros
reclinaba mi cabeza.
Así, un día y otro día,
allí en Castilla la Vieja…
Una tarde (por los nardos
subía la primavera…)
una tarde vi tu sombra
que venía por la senda
dentro de un traje de pana,
tres vueltas de faja negra
y una voz dura y redonda
lo mismo que una pulsera.
-Buenas tardes, ¿Hay trabajo?
-Sí- te dije toda llena
de un escalofrío lento
que me sacudió las venas
y que me quitó de encima
diez años de vida muerta,
bordando en mi enagua oscura
una rosa dulce y tierna.
-Está bien- fueron tus gracias,
y, doblando la chaqueta,
te sentastes a mi lado
en el borde de la senda.
Vive este amor de silencio
y entre silencio se quema,
en una angustia de horas
y en un sigilo de puertas.
El pueblo ya lo murmura
en una copla que rueda
todo el día por el campo
y, de noche, en la taberna.
Dicen que si soy vïuda,
y sacan el muerto a cuestas;
dicen que si por mis hijos
me debía dar vergüenza…
Dicen, tantas cosas, tantas
que las paredes se llenan
de vidrios y maldiciones
y hasta a veces de blasfemias.
Mi hijo el mayor (veinte años,
dulce y moreno) con pena
me habló esta mañana:
-Madre,ese traje no te sienta,
ni esas flores, ni ese pelo,
ni ese pañuelo de hierbas…
Yo no me atreví a mirarlo
y me sentí muy pequeña,
como si fuese mi madre
la que hablándome estuviera.
-Por nosotros, tú no debes
vestirte de esa manera…¡
Ay, por vosotros! Os di
todo el trigo de mi era;
todavía de vosotros
mi cintura tiene huellas
¡Sangre mía que anda y vive
y a mí me va haciendo vieja!
¿Pero es que yo ya no tengo
derecho a querer? ¿Qué ciega
ley me prohíbe que al sol
deje mis rosas abiertas?
¿Y que me mire al espejo
y que me vista de fiesta
y que en mi jardín antiguo
florezca la primavera…?
¡Ay, qué montaña de amor
tengo sobre la cabeza!
¡Ay, qué río de suspiros
pasa y pasa por mi lengua!
¡Canten, hablen, cuenten, digan,
pueblo, niños, hombres, viejas,
que yo de tanto quererle
no sé si estoy viva o muerta!
¡Quiero y quiero y quiero y quiero!
Están en flor mis macetas;
cien ruiseñores heridos
cantan amor en mis venas
y me duele la garganta
y está mi voz hecha piedra
de tanto decir: “¡Te quiero
como a ninguno quisiera!”

Rafael de León

¿A qué juegas? Entrevista a Mauricio Fernández

April 30, 2010

Estamos en la sala de espera de la oficina del Ing. Mauricio Fernández Garza, alcalde del Municipio de San Pedro. Nos ha citado a las once de la mañana, pero él no sólo es puntual sino que además llega temprano y nos recibe quince minutos antes en su oficina rodeada de arte. Abandona su escritorio y nos sentamos en la sala, a platicar. No es lo mismo verlo en el periódico y criticarlo de lejos. Ahora está aquí de frente, sentado a escasos cincuenta centímetros, grabadora de por medio. Nos saludamos. Le doy los pormenores de la entrevista y le pido tutearlo. Accede con amabilidad, hasta deja ver un gesto afable. Comenzamos.

LQ.- Ya conocemos a Mauricio el alcalde, el empresario,  el promotor cultural, queremos conocer al ser humano, al niño Mauricio. ¿A qué jugabas, Mauricio? ¿A qué juegas, Mauricio?

MFG.-   A las canicas, ahí en el colegio, al pocito. Había promociones comerciales que tenían algún tipo de coleccionables. Había uno de banderas de todo el mundo, que completé enseguida. Uno de monedas.

LQ.- ¿Te gustan las colecciones desde entonces?- Mauricio es reconocido como uno de los más importantes coleccionistas de arte de la actualidad.

MFG.- Sí. Desde muy niño tengo colecciones. Estaba orgullosísimo de ellas, de haberlas completado. También comencé  a coleccionar monedas. Armas. Yo creo que como a los doce años, yo era el que le vendía las armas a los policías aquí de San Pedro.

LQ.- ¿Y dónde las conseguías?

MFG.- Yo vendía armas. Compraba y vendía armas. Tenía un grupo de amigos que convivíamos mucho y siempre andábamos en la calle.

LQ.- ¿Eran tus amigos los policías?

MFG.- Sí, y como no había mayor cosa, entonces nos íbamos de cacería toda la noche. Mataba conejos y liebres y cuanta cosa había. Obviamente me regresaban a las tres o cuatro de la mañana y mis papás no sabían que estaba pasando.

L.- ¿Algo que quieras comprar ahora?, que digas: ¡Esto le falta a mi colección!

MFG.- No. Lo que pasa es que he ido variando. Por decirte ahorita estoy en la parte de los fósiles y voy a empezar a ver la parte de mineralogía por un posible museo que vaya a hacer el Museo de Historia Natural Mexicana o Museo Nacional y si lo hacemos de Historia Natural, pues voy a empezar a buscar los grandes minerales mexicanos que son verdaderamente espectaculares y en México no hay ahorita ninguna colección relevante y son importantísimos los minerales mexicanos, entonces están perdidos en todo el mundo y voy a empezar a buscarlos, pero es como una temática nueva  pero orientada a este proyecto del museo.

LQ.- ¿Tenías algún apodo?

MFG.- Dos. Primero fue “Enano” y después “Ronco”. Crecí entre adultos. Gente que me llevaba como veinte años, gente mucho mayor que yo. Entonces me decían “Enano”. Me veían niño. Decían que tenía diez años, que parecía de diez, pero tenía como treinta. “Ronco” fue un poco más grande cuando ya comenzó a cambiar mi voz.  Se me hizo muy grave desde muy chiquillo.

LQ.- ¿Eras el líder?

MFG.- No. – Es difícil creerle a quien siempre ha destacado. Quizá ni el mismo notaba su liderazgo intrínseco o en ese tiempo apenas se estaba perfilando como tal.

LQ.-¿El “Ronco” sabe jugar al ajedrez?

MFG.- Sí, te puedo jugar ajedrez. Por allá en mi juventud y de recién casado sí me dio mucho por jugar mucho ajedrez. Ya no.

LQ.- Ajedrez, ¿te gusta la estrategia, no?

MFG.- Sí, pero ya no, son partidas muy tardadas y luego no cuentas con mucha gente que quiera jugar. Todo lo manual de vago, iba al boliche, todo lo que fuera tirar con cosas:  huleras, cuchillos, hachas, arcos, cuanta cosa te puedas imaginar, por supuesto armas, cerbatanas. Yo tiraba con cuanta cosa había.

LQ.- ¿Y tirabas a ganar?

MFG.- Pues no, pero llegué a tirar muy bien. Hice locuras  que, a dios gracias, no pasaron a mayores,:a uno de mis mejores amigos le llegué a bajar de la cabeza unas veinte ó treinta botellas con el tiro de pistola. Tiraba en el aire. No sé qué edad tendría, como catorce años, pero tiraba una barbaridad. Tuve una infancia muy precoz o muy desarrollada. Iba mucho al monte también. Me gustaba mucho ir al campo.

LQ.- ¿Cazar también te gustaba?

MFG.- Sí. Desde muy niño me la pasé en el campo. Me gustaba mucho. Primero con mi papá y luego solo, y después con amigos. Desde muy niño me tocó conocer casi todas las selvas de México. Todas las del sur, las huastecas, desiertos.

LQ.-  ¿Te tomabas el juego de “el turista” en serio?

MFG.- Sí.  Trataba de conocer mucho a mi país, sobre todo las muy diferentes partes que tiene: las selvas, el desierto. He andado por todos lados. A México lo conozco bastante bien y tuve la oportunidad ver fauna que no ves en otro lado: guacamayas, tapires y muchos animales más.

LQ.- ¿Tenías alguna mascota?

MFG.- Siempre tuve. Desde muy niño. Tuve cocodrilos, venados, víboras, osos, tejones. Cuántos animales te puedas imaginar.

LQ.- ¿Les ponías nombre?

MFG.- Sí, los osos se llamaban “Yogui y Bubu”. La tarántula se llamaba “Úrsula”, siempre andaba conmigo. Ahora tengo una mapache que se llama “Frida”.

LQ.- ¡Frida!.- La mención de la artista me da pie para adentrarme en otra de las facetas de Mauricio: el arte.  ¿Cómo ocurre el encuentro con el arte para Mauricio niño?

MFG.- Es una afición muy familiar. Desde muy pequeño iba a los conciertos de la SAT. Mi abuelo era un promotor  de la misma. Lo acompañaba a cuanto Concierto de Gala había.

LQ.- ¿Qué caricaturas veías?

MFG.- “Hopalong Cassidy” (“El llanero solitario”), “La ley del revólver”. Series muy sencillas, pero yo me veía todas las series cuando había, me pasaba toda la semana viéndolas.

LQ.-¿Dónde te paseaban?

MFG.- Vivía muy suelto. Como éramos los primeros colonos de San Pedro, iba y venía a Monterrey como podía. Cuando había oportunidad, me gustaba mucho salir al campo, a Chipinque.

LQ.-¿Te hacían piñatas?

MFG.-Sí, pero no me gustaban. Iba por los compromisos de mi mamá, pero me aburría.

LQ.- ¿Conservas tus amigos de la infancia?

MFG.- Sí, nos vemos ocasionalmente. No como antes, porque hemos cambiado nuestras vidas por casamiento y familias y demás. Pero nos seguimos viendo con mucho cariño cuando nos vemos.

LQ.- ¿Quiénes son?

MFG.- Uno es Rodrigo Bremer. De ese tiempo también es Ricardo Barragán. Un poquillo más grande, Enrique Domene.  Y antes de eso, pues eran más amigos del colegio Regiomontano.

LQ.-¿Tenías muchas novias?

MFG.- No. Desde muy pequeño fui novio de la que luego fue mi esposa, desde los doce años y nos casamos a los veinte.

LQ.- ¿Cuáles eran tus travesuras?

MFG.- De todas. Pues es que depende a qué edad.

LQ.- ¿Alguna muchachada, así ya un poquito más grande?

MFG.-  Me acuerdo de una ocasión, mi hermano que era cuatro años mayor que yo,  Rodolfo Junco, -una de las gentes de El Norte- que andaban noviando, tenían 16 años y me fueron a despertar para ver a quién les llevaba para llevarles gallo a sus novias  y me acuerdo que estaba Pepe Jara, “El trovador solitario” en el Reno, que era un antro aquí en Monterrey. Pepe era amigo mío, aunque yo tenía doce años.  Lo sacamos del Reno entre la noche y nos regaló sus serenatas tanto para la novia de Rodolfo  como para la de mi hermano.

LQ.- ¿Eres insomne?

MFG.- Yo gozaba mucho de noche. Era bastante mal estudiante. Me acuerdo desde muy niño, cuando iba al colegio, me mandaban con la nana a comprar todos los libros, pero al día siguiente los vendía.

LQ.- ¿Los vendías para comprarte qué?

MFG.- Para lo que fuera. Yo no tenía libros. Yo vendía los libros. Como fuera me llevaba la clase. Me la llevaba de oído. Nunca reprobé. Pero fui el muy honroso último lugar, muchas veces. Era el primer lugar de abajo para arriba. Pero de veras vendía los libros, y así, me vivía peleando con los profesores, vendía las pistolas. Iba con pistola al colegio.

LQ.- ¿Para qué la pistola? ¿Por qué la pistola al colegio?

MFG.- Pues no sé, pero yo iba armado. Durante muchos años anduve armado.

LQ.- ¿Hoy mismo andas armado?

MFG.- Ya no. Pero desde los diez años andabas armado.

LQ.- ¿Eres eso que soñaste? ¿Te sientes satisfecho?

MFG.- Sí. Sí. Sí. Desde hace muchísimos años, en alguna forma le he perdido el miedo a la muerte. Y para mí era una reflexión desde muy chiquillo, de que si te informaran que te fueras a morir qué harías. Y a todo  mundo que le preguntas te dice que cambiaría su vida. Y yo les digo, pues cámbiala, ¿quién te garantiza que vas a seguir viviendo?. Es mejor vivir pensando que te vas a morir mañana. Así de sencillo. Hay que vivir pleno. Muy poca gente piensa en eso. Pregúntale a cualquiera, o a ti misma. ¿Si te queda un mes de vida qué harías? No, pues esto y esto y esto, ¡pues hazlo de una vez mañana, para qué te esperas!

LQ.- Esa es una muy buena enseñanza.

MFG.- Pues por eso te digo, si me preguntas qué cambiaría, nada. Que haría. Nada. Estoy viviendo plenamente. He vivido muy contento con lo que he hecho, con muchas cosas, con grandes retos, con grandes sacrificios, con mucho tesón, pero al final de cuentas yo creo que en esta vida lo que te propones lo puedes alcanzar. Es nada más una visión de decisión, de compromiso, de tenacidad. Lo que te propones lo puedes lograr.

LQ.- Como los tiros al blanco, te has preparado desde entonces para este momento

MFG.- Sí. Pues sí. Sí. Es ir armándote.  Es ir armándote en lo que finalmente necesitas para conseguir un objetivo. Lo importante es tener tus metas muy claras para dónde vas. Pero mucha gente se frustra porque la vida no es una línea recta. Entonces, mientras sepas para dónde vas, pues a veces te vas para la izquierda y a veces para la derecha, pero ahí vas  y ahí vas, pero mientras no pierdas el rumbo llegas. Lo que pasa es que mucha gente se desanima porque te empiezas a salir un poquito del rumbo y dicen “Ya me desvié”. Pues sí,  ya te desviaste, pero luego puedes volver a agarrar el paso y el rumbo otra vez,  bien orientado. Entonces yo creo varias cosas: Primero, que  la vida no es una línea recta. Segundo, que mucha gente le tiene mucho temor a la muerte y ni siquiera sabe vivir plenamente. Tercero, que mucha gente quiere aprender de los aciertos, yo creo que se aprende de los errores. Y creo que mucha gente le tiene miedo a hacer cosas porque piensa que se puede equivocar. Cuando en la realidad la gran enseñanza de la vida son los errores. Entonces mientras que eso no lo veas así, pues es muy difícil que te mejores y que te superes, porque mucha gente no toma riesgos ni decisiones, pensando en el trancazo de haberte equivocado. Y precisamente es lo que te enseñan, los trancazos. Es una filosofía diferente de cómo vivir.

LQ.-  Ya para terminar,  lo primero que se te venga a la mente con esta pregunta: ¿A qué juega, Mauricio, ahora, en este momento? ¿A qué juegas?

MFG.- A vivir una vida mejor, y una mejor calidad de vida para mí y mis descendientes, a poner un granito de arena, a que los problemas pues no se resuelven solos y cada vez pues  invitar a más gente a entender esto. Si queremos cambiar las cosas hay que empezar  por hacer nuestro propio esfuerzo, por tratar de cambiarlas nosotros mismos, y es un poco de lo que estoy haciendo.

Entrevista publicada en La Quincena Número 78 (Abril 2010)

Lorena Sanmillán

¡Faltan dos meses para el Sanmillano 2010!

April 21, 2010

Estimad@s amig@s:

1.- ¡Ya viene el Tercer Encuentro Internacional de Escritores Sanmillanos 2010!

2.- Un espacio libre de encuentro literario y amistoso entre los escritores de Nuevo León y el mundo.

3.- Celebraremos todos a la literatura en el marco del solsticio de verano.

4.- Cuenta regresiva: 2 meses (lunes 21 de junio, 7 pm.).

5.- El lugar será de nuevo la casa del Sanmillano: El Gargantúas Espacio Cultural (Escobedo 740 nte., entre Treviño y Carlos Salazar. Monterrey, N.L.).

6.- Esperamos más plumas, más voces, más textos.

7.- Crearemos otra memoria virtual para difundir el material de los participantes.

8.-Ya pueden consultar la Memoria Virtual del Segundo Encuentro de Escritores Sanmillanos 2009, con todos los videos del yutubé en el siguiente link:

Memoria Virtual Segundo Encuentro Internacional de Escritores Sanmillanos

9.- ¡Habrá diplomas para todos!

10.- ¡Volverá el popular Tostada Break!

11.- Libros de Nuevo León estará presente con libros de los autores participantes.

12.- Toda participación será cariñosa, voluntaria y gratuita.

13.- El consumo en el Gargantúas correrá por cuenta de los participantes.

14.- En mayo iniciaremos las inscripciones. Para inscribirse es necesario enviar uno o varios textos, así como su cv

15.- Autores preinscritos hasta el momento:
Innana de la Garza * Noek Izardui * Elia Martínez-Rodarte * Rubén Eduardo Rodríguez * Leticia Herrera * Román Castañeda * Ileana Cepeda * Guillermo Guajardo * Graciela Ríos * Ricardo Díaz Vázquez * Santiago García * Cristian Ascasio * Juan Pablo García *

16.- Los autores del exterior o del país que gusten participar y que por algún motivo no puedan viajar, pueden enviar sus textos y serán incluidos en la memoria virtual. ¡Bienvenidos tod@s!

Atentamente

Libros de Nuevo León

Rosamaría Roffiel

April 15, 2010

Rosa María Roffiel en la Feria de Minería leyendo poemas de “Corramos libres ahora”.

Lorena Sanmillán

Quisiera que fuera cuento…

April 12, 2010

La semana pasada tres amigas mías decidieron ir a McAllen. Contentas de poder ir a comprar ropa y mugres diversas. Hicieron su tour por los moles y regresaron a media tarde, pardeando el cielo, en esa hora que es la favorita de los fotógrados y que se llama hora nona. No se divisaba ningún  otro coche por la autopista.  De pronto se les ponchó una llanta y se orillaron en la carretera, para sacar el gato de la cajuela y comenzar el proceso de cambiarla. Tan pronto abrieron la cajuela de su coche, se les apareció de la nada una camioneta grande, oscura, con vidrios polarizados, de la que bajaron dos sujetos. Mientras me contaban esto, se formó un coágulo de saliva en mi garganta. No atino a imaginar lo que sintieron ellas, que seguramente, trasmutaron sus articulaciones en gelatina.

Los sujetos las saludaron con suma amabilidad. ¿Qué pasó, señoritas?, les preguntaron, y ellas respondieron de inmediato, incapaces del silencio y pasándoles mil episodios de su vida por delante de sus ojos temblorosos, ojos de Remy. ¿Una llanta? ¡Orita la componemos! El sujeto 1, tomó su celular y le marcó a otra persona, indicándole que viniera a su encuentro.  Apenas colgó, también de la nada llegó otra camioneta de características similares y de la cual bajaron otros dos sujetos sacados del mismo patrón que los otros dos: altos, fornidos, morenos. Cámbiale la llanta a las señoritas, le ordenó el líder a uno de los recién llegados. El sujeto 2,  en compañía del 3 y 4, les ayudó a vaciar la cajuela para encontrar la refacción y encargarse de la maniobra. Mientras tanto, el sujeto 1 platicaba con mis amigas, que estaban enteleridas. Blancas las tres, tocaban en esos momentos los límites de la palidez extrema.  Albinas ellas por unos cuantos minutos. Máxime si los sujetos, todos, usaban unas chaquetas con las iniciales CDG.

Sujeto 1 les ofreció bebidas, pues en la camioneta traían una hielera muy bien surtida. Les preguntó que a dónde habían ido e incluso les dio tips de compras y ofertas en distintos establecimientos. Mis amigas conciliaron en todo momento con él, incapaces de contrariarlo. Los sujetos cambiaron la llanta en un santiamén y les ayudaron a volver a poner todas las cosas en su sitio. ¿Listo? ¡Listo! Cuando terminaron, el sujeto 1 les dijo lo siguiente:

“Bien, señoritas. Ya les arreglamos la llanta. Pueden seguir sin ningún problema. Ya avisamos en los demás puntos que nos corresponden. Nosotros somos del CDG y somos los dueños de esta zona. Regresen a Monterrey y díganle a sus familiares, amigos y demás que no es seguro que circulen por aquí de las seis de la  tarde a las seis de la mañana, porque es cuando nosotros hacemos nuestras cosas. Hoy pudimos verlas a tiempo y les ayudó que es un carro pequeño, que si no ha sido así…Váyanse tranquilas y feliz regreso a Monterrey…”

Así como llegaron, ambas camionetas desaparecieron. Para las paseantes, el camino de regreso a casa se les hizo inolvidable y eterno. No supieron en qué momento sus pantalones nuevos oficiaron de sanitario portátil. Y, como dice el corrido de Lamberto Quintero “quisiera que fuera cuento, pero señores es cierto”. Aquí queda el testimonio. Aquí se los dejo.

Lorena Sanmillán

Imagínate a las sirenas

April 10, 2010

Si cantando soy terrible, bailando soy lo más parecido a un fracaso, pero sigo haciendo ambas actividades porque en ellas encuentro felicidad, sin más. Solemos admirar aquello que nos cuesta trabajo hacer, por eso constituye un acto de justicia el reconocer que me fascina intentar seguir el movimiento de los pies de Joaquín Cortés, el bailaor español, quien se mueve sobre dos pinceles empuñados por el más acertado acuarelista y en el lienzo del escenario sólo él sabe lo que dibuja.  Sara Baras, epíteto de la sensualidad, también me demostró lo que un cuerpo educado es capaz de expresar cuando el dios de la armonía mueve los hilos precisos para que esto suceda. Narcisos urbanos que saben hipnotizar a su auditorio a la vez que ocurre la soberbia epifanía de encontrarse consigo mismos.

Hace mucho que no bailo hasta sudar y ahora tengo ganas. Muchas ganas. En mis recuerdos han quedado atrás esas noches en que me amanecía bailando en el Vóngole, o aquella madrugada de noviembre en el Internacional. El miedo y la paranoia galopante que nos habita en estos momentos impide que el planear salir en fin de semana sea algo tan cotidiano como hace algunos años. Ayer, de pronto vino a visitarme el holograma de un momento suspendido en el tiempo. Ahí estaba yo, bailando “La calle de las sirenas” en la Pista del Sol, acompañada de Héctor y Pedro.

Esta canción me enajena lo mismo que Michael Flatey, The Lord of the dance. Creo que es una de las más rescatables de esa década. Interpretada por el extinto grupo Kabah. Reproduzco aquí algunos de los párrafos que más despiertan mi imaginación:

“Atraviesan unicornios
que son blancos y que brincan sin parar
hacia el lado más angosto de la calle.
Si te fijas bien arriba
del letrero de tus zapatos hallarás
a unas hadas trabajando un vestido azul.
Parece que sólo levantan la mirada
cuando los duendes pasan hacia el castillo
al final de la calle es justo ahí
donde hace más calor.”

Bailar en una noche después de entregar un proyecto, o al finalizar el semestre, me liberaba. Con la imaginación despierta, sin droga alguna de por medio, podía visualizar a los unicornios bailando junto a mí, escuchaba cantar a las sirenas, paseaba con duendes, peleaba con dragones, entraba a un castillo… mi ser se relajaba y obtenía el descanso tan perseguido como merecido en ese universo fantástico que Kabah le regalaba como escenografía a mis ratos de esparcimiento. El sudor producto del baile se convertía en palmadas en la espalda que me reanimaban. A la luz de mi recuerdo, busqué la canción en el yutubé. Quise ir a bailar de nuevo atravesando las fronteras del tiempo. Salir de noche con la total seguridad de que lo peor que podía sucederme era no conseguir ride de regreso a casa o no completar para el taxi.

Ahora, sin embargo, ya no le hago caso al imperativo título de la canción. Ya no imagino a las sirenas. Hoy, cuando escucho una sirena, lo primero que pienso es que ya hubo otra balacera.  En su aséptico vientre esa ambulancia tal vez lleva a otro ejecutado o, si tuvo suerte, sólo alguien balaceado. Las más de las veces un inocente que estuvo –como dicen en las noticias- en el lugar y el momento equivocados. En su piel lleva incrustado el lacerante vómito de un revólver empuñado por el violento dragón que ha tomado por reino este castillo donde antes paseábamos libres y donde la inseguridad era sólo una palabra que se encontraba en el apartado de las “i” en los diccionarios. A ver si ya les arrancamos esa página y volvemos a vivir tranquilos, bailando e imaginando.

p.s. Sigo en lo mismo. Este verano te voy a atrapar.

Lorena Sanmillán

Artículo publicado en Kultur, el 10/03/10

La biblioteca de Lorena III

April 8, 2010

Vine a escribir a la Revista Comala porque me dijeron que aquí difundían las artes. Rubén me lo dijo y yo no tuve ganas de contradecirlo. Vine para compartir la recomendación y el comentario acerca de cinco libros, todos distintos entre sí. Hoy escribo desde la paz de una biblioteca, mientras espero que inicie una conferencia. Siento que todos los libros aquí aguardan su turno para contar su historia, para gritar en silencio ¡Léeme, sigo yo! Ojalá sepamos escuchar su clamor.

1.- Diccionario de Filosofía. Nicola Abbagnano, (Fondo de Cultura Económica, tercera edición 1998). Este libro es un clásico de los clásicos. ¿Quién en su vida no ha sucumbido ante la tentación de leer un diccionario de cabo a rabo? Pues éste es unos de los señores diccionarios que no deben perderse. Comenzar a ojearlo nos conduce a adentrarnos en significados filosóficos desde diversas perspectivas culturales. “Alma”, “Amor”, “Salud”, “Letras” “Imaginación” son sólo algunos de los conceptos que contiene en su interior. Excelente para buscar ideas o para centrar aquellas que sintamos dispersas. Detonador de motivos para escribir, pero sobre todo, para reflexionar en el quehacer cotidiano.  Detrás de cada palabra hay mil historias, aventurémonos a recorrerlas.

2.- Niña errante. Gabriela Mistral. Edición y prólogo de Pedro Pablo Zegers (Lumen, 2009). El género epistolar nunca pasa de moda, aunque no sea considerado un clásico. Este libro reúne parte de las apasionadas cartas que Gabriela Mistral –la primera mujer que obtuvo un Premio Nobel de Literatura- le escribió a su asistente Dana. Si una historia de amor es ya de por sí interesante, una historia de amor contada bajo la hábil pluma de Mistral es fabulosa. Es una invitación a un encuentro íntimo con un sentir que traspasó fronteras y significados. Ese amor, que al decir de Roffiel a principios de los años ochenta, ya se atreve a decir su nombre. Escribamos cartas hoy para construir la historia futura. Leamos cartas de ayer para descubrir en ellas  la literatura de la persona detrás de la escritora.

3.- Tiempo transcurrido. Juan Villoro (Fondo de Cultura Económica, 1999). Juan Villoro es, además de cronista, un amante del rock. En este libro nos comparte relatos con un alto tinte imaginativo acerca de conciertos ocurridos en la Ciudad de México en un lapso de tiempo determinado por él mismo que empieza en el año 1968 y termina antes de que suceda el terremoto de 1985. Editado por el Fondo de Cultura Económica, este libro ya va en su tercera reimpresión; sin embargo, sigue siendo contemporáneo pues la empatía que surge con el narrador y el manejo de conceptos universales le permite permanecer actual. Narración vertiginosa poblada de imágenes certeras y sonidos plenamente identificables a la luz de la cultura que le es intrínseca a la música pop.

4.- Otro tipo de cambio. Refugio Ruiz Díaz. (Editorial Font, 2009). Editorial Font permanece fiel al principio de editar a los autores de Nuevo León. En esta ocasión podemos disfrutar la novela del ingeniero Refugio Ruiz Díaz, recién presentada en la pasada Feria Internacional del Libro. En esta historia con tinte policiaco se refleja bajo cierto matiz de ficción la realidad de la ciudad de Monterrey. El asesinato de un empleado de una casa de bolsa y la desaparición de un disco compacto con información privilegiada, dan lugar a una serie de persecuciones donde quien menos se lo esperaba se convierte en detective de la noche a la mañana. La narración es fluida y simple, sin retruécanos literarios.

5.- Aquellos años que soñé. Celso Garza Guajardo (UANL, 2009 )Editado por primera vez en 1999. Reeditado en el 2009, fecha  en que se cumplen diez años del fallecimiento del cronista Celso Garza Guajardo, este libro de crónicas reúne más de quince años de relatos, fotografías de momentos y retratos de personajes bajo la pluma certera de quien supo arrancarle al tiempo presente su momento de eternidad.  En las cosas simples se encuentra el germen de lo extraordinario. Acompañemos al maestro Celso por sus viajes, sus confesiones, su amor por las tradiciones, sus plazas, sus boleros y todos esos personajes que nos acompañan en el transcurso del libreto que se ha escrito para nuestra vida. Nostálgico e imprescindible.

Si desean obtener mayor información acerca de cómo conseguir estos libros u otros que anden buscando, no duden en escribirme a mi email: lorenisima@librosdenuevoleon.com

http://www.librosdenuevoleon.com

Martina

April 8, 2010

El Norte publicó hoy, en la Sección Cancha, la siguiente noticia:

Cáncer la ataca

(AP) Martina Navratilova, una de las mejores jugadoras en la historia del tenis femenino, reveló ayer que padece cáncer de mama.

Navratilova dijo que se sometió a una cirugía de lumpectomía y que el próximo mes comenzará una radioterapia que durará seis semanas.

“Fue un verdadero golpe”, dijo Navratilova, “Fue mi 11 de septiembre”.

La nueve veces campeona de singles del torneo de Wimbledon fue diagnosticada con carcinoma ductal, la forma más temprana del cáncer de mama. Según los médicos, este tipo de cáncer afecta a 50 mil mujeres al año en Estados Unidos y sólo el 2 por ciento de las pacientes fallece en los siguientes 10 años.

Navratilova expresó que su pronóstico es bueno y que está convencida de que podrá recuperarse.

Martina dijo que en principio quiso mantener en secreto su diagnóstico, pero después consideró darlo a conocer para que le sirva de ayuda a otras mujeres en su misma situación.

Con sus 53 años, la checa nacionalizada estadounidense aún se mantenía activa al participar en torneos de dobles mixtos y exhibiciones. También se desempeña como comentarista de televisión.

Navratilova planea comentar el próximo Abierto de Francia con el Tennis Channel de Estados Unidos mientras se somete a un tratamiento de radiación en París.

Su historial es de los más envidiables del deporte. Es la tenista con más títulos de Grand Slam, con 18.

Ganó su primer Wimbledon en 1978, repitió al año siguiente, luego se coronó en la Catedral seis veces seguidas entre 1982 y 1987 y cosechó el último en 1990. También se proclamó campeona en los otros tres Slams: Estados Unidos (4 veces), Australia (3) y Francia (2).

Se retiró de las canchas en 1994, año en el que perdió la Final de Wimbledon ante la española Conchita Martínez.

“Pasé cuatro años entre las mamografías. Lo dejé correr. Todos están ocupados, pero no tengo excusas”.

Martina Navratilova

Ex tenista profesional

Para dejarle un mensaje, he aquí el link a su página web: Martina Navratilova

Martina se merece un post aparte, más que un copypaste del periódico. En 1988 le escribí algo, cuando estaba en preparatoria. Volveré a hacerlo. Queda pendiente para pronto.

Martina. Martina. Martina.

Lorena Sanmillán

Bencil Penicilina 1200000 U

April 3, 2010

Toda la noche tosí. Tos seca, de esa que es la más latosa. Me duele el vientre por el esfuerzo. En la garganta llevo encendidas las antorchas de todos los Juegos Olímpicos desde el inicio de la historia de la humanidad. A pesar del inhalador nuevo, apenas puedo respirar. Ya no sé a qué sabe la comida y he olvidado a qué huelen mis perfumes. Los kleenex se han transformado en lijas que me raspan la nariz al limpiar el flujo nasal que ha estado imparable. Emisiones verdes y amarillas caen en cascada desde mi altura hasta el asfalto y si la puntería me asiste, a los zapatos. He vomitado flemas en tres ocasiones. Mi reticencia se vence y voy al médico. Me preocupa que sea influenza.

Afuera de la Cruz Roja están los indigentes. Está lloviendo, hay cerca de ocho grados y buscan donde guarecerse. No existen suficientes albergues para ellos. A saber por qué no tienen hogar. ¿Algún día los artistas tendremos Seguro Social? ¿Lograrán eso los vocales en CONARTE? Muchas preguntas en búsqueda de su respuesta. Toca mi turno de consultar.

Después de un examen por demás exhaustivo, la doctora anota  en la receta Bencil Penicilina 1200000 U. Una diaria. Sólo de escuchar esas palabras, ya me duelen las sentaderas, lo bueno es que no se trata de influenza. Al salir de la Cruz Roja la calle se ha convertido en arenas movedizas. Mis pasos son lentísimos pues no quiero llegar a la farmacia. Sin embargo sé que sólo así me compondré. Surto la receta y voy a casa, donde me inyectarán.

Grace está en su FarmVille cuando le muestro las jeringas. Accede a inyectarme, pero su granja es una labor que no puede posponer; entonces  he de esperar. Tomo jarabe y subo a mi recámara. El segundero del reloj en la escalera es una guillotina sobre mi cabeza de condenada a la gripe más fatal que he padecido. Escucho sus pasos al subir y sé que ha comenzado mi martirio. Ya no hay marcha atrás.

Volteada boca abajo en la cama, escucho cómo se lava las manos en el baño. Después el sonido del frasco del desinfectante surtiendo su dotación precisa para una persona. Mis glúteos al descubierto tienen frío. Muerdo la almohada. No hay peores miedos que los imaginarios. No puede abrir el frasco de la solución. ¿Me ayudas? Dice, inocente. Yo me hago la que no la escucha. Ella sigue peleando con la ampolleta. Ya está, ya la abrí, dice después de media eternidad. Abre el empaque esterilizado de la jeringa y mi respiración se detiene. Escucho cómo se fusionan el líquido y el polvo dentro del frasco en un remolino creado por la aguja. Mi tía Narcisa viene a mi mente. Mi tía a la que no quería. Mi tía la que me inyectaba. ¿Cuántas veces le propuse a mi madre cambiarnos de casa? Así ella no nos encontraría. Tengo presentes los sonidos mientras me inyectan, pues ella cargaba su jeringa de vidrio en su estuche de acero inoxidable. Jamás olvido el roce del metal cuando abría la cajita y liberaba la jeringa. La memoria auditiva es impresionante. Volteada boca abajo en la cama, todo se magnificaba. ¿Dónde quedaría el estuche de mi tía Narcisa? ¿Quién lo tiraría a la basura? ¿Alguien lo conservará? Quiero distraerme, pero la sombra de Grace acercándose es lo más cercano a mi película de terror particular. No es el Chucky enarbolando un hacha o un puñal, es ella que empuña una jeringa, dispuesta a atravesar mi piel, sin piedad.

La siento cerca y me retuerzo de ansiedad. Sigue su tormento. Limpia la superficie a inyectar. El alcohol arde con la temperatura ambiente. Siento fresco. Mide la distancia exacta desde el huesito hasta no sé qué mágica cantidad de centímetros. Cuenta con parsimonia y mis dientes son una prensa que pulverizaría una varilla de media. Encuentra el sitio exacto y me da cinco golpecitos para que se adormezca la zona. Ella dice. Yo procuro relajar mi cuerpo de la cintura para abajo. No siento el piquete, sólo las manos frías de Grace. Lo que sí percibo es el tránsito del líquido hacia mi cuerpo. La nota más aguda que ha tocado mi alma llega hasta mis oídos mientras esto sucede. La aguja es inmensa: ha entrado por mi nalga izquierda y ha salido por la frente convirtiéndome en unicornio celeste dado el color de mi pijama. El medicamento sale diluido por mis pupilas en cristalina manifestación de mi estadía. De nuevo muerdo la almohada. He leído en varios diccionarios la definición de ardor, pero ahora la conozco en persona. La sensación me habita por completo. Abandono mi pierna mientras tensiono todo lo demás. Son los cinco segundos más eternos que existen. Y mañana volverán.

P.S. Ya lo decidí. Este verano te voy a atrapar.

Lorena Sanmillán

Artículo publicado en Kultur el 03/03/10