Archive for May, 2005
Taller de Novela VI
May 27, 2005Lady in blue
May 14, 2005Lorena Sanmillán; Mayo 14 de 2005
Sí
May 13, 2005Sí.
Tengo muchas ganas de que me hagas el amor.
Sí.
Sí.
Sí.
Taller de novela III: Voces narrativas
May 10, 2005Nada
May 10, 2005Lorena
May 7, 2005Hoy
May 7, 2005¡Qué día tan pesado y largo!
Sólo tengo ganas de que me hagas el amor.
Dejarme hacer y estar en tus brazos.
Recibir tu lujuria y tu ternura.
Dejarme hacer y en silencio ser tuya.
Pero no te encuentro.
Dormiré sola, hoy, mientras te pienso.
Siénteme; siéntelo.
Lluvia
May 4, 2005Llueve en la ciudad y la humedad llega hasta el centro de mi deseo.
Tengo ansias de tu abrazo, de tus labios recorriendo mi espalda como ninfa sedienta.
Quiero encenderte, transformarte, poseerte.
Completa el círculo inconcluso de mi boca entreabierta con tus senos tiernos.
Acaríciame y enjuga mi deseo en el arco de tus piernas.
Después quédate quieta y ya no hagas nada, que en tus pausas encuentro esta locura que a pesar del frío de la lluvia no tienes idea de cuánto y cómo me calienta.
Lady in red
May 3, 2005La vi cuando llegó al bar. Era inevitable posar los ojos en ella y en todas las cosas pares de su hermoso cuerpo. Cejas amplias, simétricas y cautivadoras. Bonita, fresca y elegante, alta, cabello largo y oscuro; bella, así porque sí. Caminaba con pasos seguros pero pausados. Su perfume era como una caricia etérea.
La dinámica del bar esa noche permitía intercambiar mensajes entre las hasta entonces desconocidas mujeres y porqué no, también entre las amigas de años y parejas establecidas que encontraron un modo romántico y divertido de refrendar su amor. Me acerqué a preguntarle si quería participar; accedió y le coloqué su número. El detalle no pasó desapercibido para quien como yo la había visto desde su entrada majestuosa. Varias solicitaron su número. Entre ellas, tímidamente, yo.
Una de sus amigas llegó y con ello su sonrisa brilló. El tiempo se detuvo y se partió en dos: AS y DS. Antes de su sonrisa y después de su sonrisa.
El bar comenzó a poblarse de gente. La música alegró el ambiente. Ella se veía feliz. Yo contaba los minutos pensando si me atrevería a pedir que pusieran la canción, si me animaría a sacarla a bailar y si accedería a mi petición.
Repartí mensajes, animé a la gente, platiqué con mis amigas. Le envié un mensaje donde le decía lo desesperantemente sensual que lucía. Lo agradeció con una sonrisa. Le comenté lo de bailar. Sí, como no, accedió diplomática. Supongo que nunca pensó que pudieran tocar esa canción en ese bar de corte latino-tropical, pero no contaba con la atención del anfitrión que siempre se preocupa porque sus clientes se la pasen de lo mejor y estaba muy lejos de imaginar que precisamente esa noche yo había llevado un cd con esa canción. Hubo un puente musical y en una pausa de mensajes (para no descuidar el asunto que me ocupaba y por el cual me encontraba ahí) me animé a subir con René y pedirle la canción. Nunca fue más oportuno llevarle el cd tantas veces prometido.
Discordante en su totalidad con el ambiente, empezó la canción. Los primeros acordes movieron mis pies y me cortaron el aliento. Aún así fui a ofrecerle mi mano para bailar. La magia comenzó a suceder pues, divertida, dijo que sí.
I’ve never seen you looking so lovely as you did tonight… Sonreía bellísima. Un montón de recuerdos se agolparon en mi presente mientras la tenía en mis brazos, aspiraba su dulce perfume y congelaba para siempre el brillo de sus ojos. La pista se quedó casi vacía dejando el espacio para nosotros. Una mano en su mano, la otra en su cintura, incapaz de retenerla, sólo compartiendo ese momento, unidas por 3 o 4 minutos danzando en el romance de una canción clásica y deliciosa. Quise platicarle tantas cosas, pero no podía, la timidez y la felicidad me inhibían.
I’ve never seen you looking so gorgeous as you did tonight, I’ve never seen you shine so bright, you were amazing… También tuve miedo de ser ridículamente cursi con una dulce desconocida. Toda la tensión y emoción se concentró en mis manos mientras la abrazaba y juntas cantábamos. Quise transmitirle ternura pero sólo me transformé en una de las protagonistas de mi canción favorita. Me encantó vivir ese momento con ella, donde cada palabra se convertía en algo real.
The Lady in red, is dancing with me, cheek to cheek… La canción, la mujer, el momento… Nunca sabes cuándo algo te va a sorprender, nunca sabes cuándo vas a cumplir un sueño… bailar una de las canciones más lindas del mundo con una de las mujeres más hermosas del bar, ¡Qué dulzura, qué ternura y qué suerte! Y tan linda y tan sonriente; sensual, iridiscente, femenina y transparente, linda en su diario vivir, atractiva en la distancia como estrella solitaria.
I’ll never forget, the way you look tonight, I’ll never will forget the way you look that night… Ojalá que ella también lo pueda recordar.
Taller de novela II: lo que me temía…
May 3, 2005Sucedió. El tema nos atrapó a todos en el Taller de novela. El haberme sentado al lado derecho del maestro me confirió el privilegio y la obligación de ser la primera que expusiera su tema. Y todavía no había decidido nada al respecto; seguía con mis tres opciones.
Mi tema es un triángulo amoroso. Así interrumpí el silencio expectante del salón. De inmediato comenzaron los comentarios desilusionados. Mis compañeros fueron el coliseo romano. Que si es un tema trillado, recurrente, presente siempre en la literatura, que si no hay originalidad. El maestro trató de mediar: Falta ver el giro especial que le quiera dar su compañera. Sonreí por debajo de mis nervios.
Cuéntanos, dijo Anteo, ¿son dos hombres y una mujer?, ¿dos mujeres y un hombre? No, le dije viéndole a los ojos y evitando al mismo tiempo las miradas de mis compañeros: somos tres mujeres. Él levantó las cejas en un gesto que aún no sé descifrar. El resto de mis compañeros guardaron silencio. Tan poquito bastó para acallar a los leones del coliseo.
En los triángulos todos deben saber todo, de otro modo no hay tensión. Hay que evitar dar lecciones de moral y destacar el detalle de originalidad. Ok, asiento en silencio incapaz de hablar. De pronto me siento desnuda en medio del salón. ¿No era eso lo que yo quería? No sé si tendré el valor de seguir exponiendo mi tema. Sólo sé que necesito aprovechar el tiempo y exprimir este taller al máximo y escribir mi noveleta con ellos o sin ellos. Me evado y sigo pensando en “Frío”. El resto de mis compañeros exponen su tema, claro, ellos son muy originales y no tocan cosas trilladas.
Un matriarcado. Una chica se enreda al exponer su novela. Habla de un personaje que ha inventado y de pronto se confunde al poner adverbios personales. Bueno, sí, el personaje es mi suegra… ¡Oh, oh! comienzo a divertirme. Corazón, tendrás problemas en tu matrimonio.
La señora de enseguida, que comparte mi apellido paterno y la vez pasada trató de establecer un árbol genealógico para encontrar la rama en la cual coincidiésemos expone su inquietud: un romance entre un soldado romano y una chica judía que van a tener sus fajes en el muro de los lamentos. Todo se oye bien, excepto porque en el tiempo en que ella sitúa su historia algunas de las cosas que menciona todavía no tenían lugar ni concepto. Me parece una historia grata pero enredada.
El hombre a su lado, tiene una amiga con múltiples personalidades y quiere hablar sobre ella; lacónico no dice una sola palabra más. El universitario que siempre dibuja cosas extrañas en su libreta escribirá sobre el secuestro del “reparador de sueños”. Lo enuncia como si todos supiésemos de qué está hablando. ¿Qué es un reparador de sueños?, me animo a preguntar puesto que parece ser que soy la única que no ha entendido de qué habla. No, no soy la única pero soy quién sí se avienta a preguntar. El chamaco, pone cara de incredulidad y me voltea a ver mientras que en su mirada puedo leer “además de pérfida y lesbiana, ignorante” y me contesta con una sonrisa cínica haciendo exactamente una de las cosas que más me molestan en el mundo: responderme con una pregunta. “¿No has oído la canción de Silvio Rodríguez?”
¿La canción?, contesto instalándome en el cinismo que él inauguró, ¿es que sólo tiene una? Ríe y ríen todos, yo no. Sigo viéndolo con cara de pregunta. Entiende la mirada inquisidora. “Hay una canción de Silvio que habla de un reparador de sueños…lo secuestra una banda y yo hablaré de eso…” Ok, gracias, le digo en voz alta, mientras en silencio expreso el infaltable por eso te dejaron. Vaya, pudo ser peor, pudo hablar del destino del unicornio azul.
Un obispo nunca llegó a la capilla del pueblo, donde todos lo esperaban y se la pasaron haciendo los preparativos para el evento. Me gusta el tema y me encanta la manera tan estructurada y amena que tiene mi compañero de exponerlo. Suena muy, muy bien.
De pronto me pierdo en mis pensamientos y pienso en “La Academia”. ¿Y si esto fuera así?, ¿Y si se cada martes uno de nosotros saliera expulsado?, ¿Y si hubiera un rating para la literatura? No soy nada original y me sorprende la sincronía con gente desconocida, pues justo después del compañero del obispo que nunca llegó, el compañero de al lado dice que siente que está en el reality de Azteca. Comienzan a imitar a los críticos y otra vez nos vamos por la tangente.
Reanudamos la exposición de temas. La vida de una mujer a través de las estaciones del metro. Un italiano que se enamora de una mujer que reencarna en un delfín. Historias de tres mujeres que luchan en lo cotidiano. Un desdoblamiento de personalidad, de lo más espiritual a lo más mundano. Mutilación de brazos a los obreros para abaratar la mano de obra (asunto que a nadie le quedó claro). Un individuo perverso cuya única satisfacción era correr maratones. Una chica que tiene un romance con su jefe y problemas en su trabajo debido a lo mismo, además el jefe es casado (como lo dije antes, temas sumamente originales, nada trillados). Una madre soltera que sacó adelante a sus once hijos. Los romances de Cuauhtémoc, no, no Galilea Montijo, sino los romances de las tribus y situaciones prehispánicas. Sólo de escuchar los nombres me parece complicado… Cuitlacoche, Cuitláhuac, Cuitaquilos…
Me percato que todos los hombres evaden hablar de ellos mientras que para las mujeres escribir es una proyección. Ellos inventan, las mujeres relatan su vida. ¿Será el talento para crear o la evasión de lo personal?, ¿será vanidad o tendrá validez literaria? Siempre nos involucramos…
Hay que dejar las entrañas en lo que escribamos, sin importar el tema. Soltar la neta, dejarse ir, olvidarse de la censura. Entre más personal sea el escrito más auténtico es. Como dice La Agrado, “Auténtica es aquella persona que más se acerca a lo que ha soñado de sí misma”. Así quiero ser.